Hasta Luego Papa Francisco
Francisco: el Papa que nos recordó el corazón del Evangelio
Una reflexión personal sobre su legado y una invitación a la compasión y el discernimiento.
Por Mariana Rotel
En estos días, tras el fallecimiento del Papa Francisco, he leído cientos de mensajes llenos de cariño, gratitud y admiración. Agradecimientos por su cercanía con los más humildes, por su humanidad, por recordarnos, con hechos más que con palabras, que la fe cristiana se trata de amor, compasión y servicio.
Muchos lo han llamado un Papa “revolucionario”, en mi visión, en realidad, Francisco no vino a revolucionar el mensaje de Jesús… vino a devolvernos a Él.
Su verdadera revolución fue desarmar los discursos que durante años, desde sectores muy rígidos y autorreferenciales, presentaron a Dios como un juez castigador más que como un Padre misericordioso. Y fue justamente esa imagen distorsionada de Dios la que alejó a tantos del corazón de la Iglesia.
Francisco no cambió la doctrina. Cambió el tono.
No negó la verdad. Le devolvió ternura.
No predicó ideologías. Anunció el Evangelio con gestos concretos de humildad, justicia y misericordia.
Y aunque la gran mayoría de los mensajes tras su partida han sido luminosos, también aparecieron algunas voces que, incluso en medio del duelo, eligieron el juicio en lugar de la compasión.
Por eso hoy, sin ánimo de entrar en discusión, quiero compartir esta reflexión… desde la fe, pero también desde el respeto, el silencio y la esperanza.
Cuando el silencio es más sabio que la proclamación
Hoy he leído, como muchos, cientos de mensajes que despiden con cariño, gratitud y admiración al Papa Francisco. Agradecimientos por su entrega, por su cercanía con los más humildes, por su humanidad. Mensajes que, más allá de credos, muestran cuánto amor puede despertar una vida dedicada al servicio.
Y aunque la mayoria de lo que he leído ha sido amoroso y lleno de luz,
no deja de llamarme la atención que también hayan aparecido ciertos discursos que, aprovechando este momento de duelo, se expresan con juicio, condena o supuestas “revelaciones” firmadas con nombres sagrados.
Esto me ha llevado a querer compartir una reflexión, que no busca imponer nada, sino simplemente invitar a mirar con humildad y respeto.
Hay momentos colectivos que nos conmueven. Momentos en los que se pone a prueba nuestra capacidad de empatía, de respeto y de silencio.
Instantes que invitan a la contemplación, a la compasión, al recogimiento… o simplemente a guardar una pausa humilde, aunque no nos sintamos personalmente identificados con lo que está ocurriendo.
A veces no se trata de estar de acuerdo, ni de compartir una creencia, ni de defender una institución o a quienes la representan.
Se trata, simplemente, de reconocer que detrás de toda figura, de todo símbolo o sistema, hay seres humanos. Y como todo ser humano: imperfectos, diversos, en proceso.
Dentro de cualquier grupo, iglesia, religión o comunidad hay de todo: personas nobles, personas confundidas, personas que tergiversan, y personas que intentan vivir con coherencia. Y por eso, no se trata de idealizar a nadie. Se trata de recordar que todos estamos aprendiendo. Todos. Y que ninguna muerte, ninguna pérdida, ningún momento de vulnerabilidad debería ser aprovechado como escenario para proclamar supuestas revelaciones que, lejos de iluminar, lo que hacen es dividir.
Y mucho menos usar el nombre de Jesús, el símbolo del amor, la humildad y la compasión, como firma para mensajes de juicio y condena (como en el caso de textos firmados “Yeshuah Ben Josef” que circulan en redes).
Porque eso no es despertar espiritual. Eso es manipulación. Eso es ego vestido de profeta. En criollo: ego espiritual.
Usar el nombre de Jesús para construir un discurso propio, mezclando citas bíblicas con interpretaciones extremas, no lo convierte en revelación. Lo convierte en un texto inventado, revestido de autoridad sagrada para imponer una visión personal.
La verdadera conciencia no necesita espectáculo ni usar lo sagrado para atacar lo que no entiende. No necesita firmar con nombres santos para imponer una visión del mundo.
Quizás el mayor acto de sabiduría hoy no sea explicar nada, ni intentar despertar a nadie. Tal vez el mayor acto de amor sea simplemente respetar, y ser y hacer lo que supuestamente se profesa. En los momentos que más lo requieren, la humildad es la forma más pura de verdad.
Y mientras escribo esto, también me observo… sabiendo que nadie tiene la última palabra. Hoy, desde el corazón, elijo la compasión por encima del juicio.
Y me quedo con los testimonios bonitos, con los que tienen empatía, y con tantos mensajes de amor.
El Papa Francisco, un hombre amado por muchos, incluso por no católicos, y a la vez criticado por otros, incluso dentro de la Iglesia, falleció. Así como todos lo haremos algún día y no sabemos cuando nos toque la hora.
No soy quien para saber el destino de ninguna alma. Ni para medir su fe, su historia, sus errores o sus silencios.
Solo Dios, , conoce el corazón profundo de cada ser humano.
Solo Él sabe lo que hay detrás de cada lucha, de cada caída, de cada acto de amor silencioso.
Pero hay algo que creo con el alma:
Que el anhelo de Dios no es condenar, sino recibir.
Que su justicia es inseparable de su misericordia.
Y que Él desea abrazarnos a todos en su gloria eterna.
Por eso hoy, desde la humildad, no proclamo certezas…
Solo elevo una oración sencilla:
Dios, que tu luz reciba con ternura a quien ha partido.
Y que un día, esa misma luz nos encuentre a todos.
El Legado del Papa Francisco
Estuve investigando un poco parte del legado del Papa Francisco. Encontré que hay 7 aportes claves que marcaron su pontifado. Como me gusta citar las fuentes, les comparto los links de los documentos originales que se encuentran en la página oficial del Vaticano. (Importante resaltar "OFICIAL") pues hay muchas páginas falsas que usan la palabra vaticano para confundir.
1. Evangelii Gaudium – Una Iglesia en salida
Invitó a salir de la comodidad y poner la misión por encima del miedo. Llamó a una Iglesia misionera, cercana al dolor humano, más preocupada por sanar que por juzgar.
2. Misericordiae Vultus – El rostro misericordioso de Dios
Convocó el Año de la Misericordia y devolvió a la Iglesia el lenguaje del perdón y la ternura. Todos los sacerdotes pudieron absolver pecados graves como el aborto.
3. Amoris Laetitia – El amor en la familia real y concreta
Mostró que la familia es lugar de amor imperfecto pero sagrado. Abrió caminos de discernimiento pastoral para quienes viven situaciones familiares complejas.
4. Laudato Si’ – Cuidar la casa común es un acto de fe
Un llamado profético al cuidado del planeta, la justicia climática y la conversión ecológica, como parte integral de la vida cristiana.
5. Fratelli Tutti – Fraternidad universal y amistad social
Reafirmó que no hay “otros”, solo hermanos. Condenó el racismo, la xenofobia, el individualismo extremo y propuso una política del cuidado y la paz.
6. Praedicate Evangelium – Reforma de la Curia para el servicio
Modernizó el gobierno del Vaticano para que esté al servicio de la evangelización, la transparencia y la sinodalidad.
7. Vos Estis Lux Mundi – Tolerancia cero contra el abuso
Estableció medidas concretas para la prevención y denuncia del abuso sexual en la Iglesia. Protegió a víctimas y exigió responsabilidad a obispos y superiores.
Francisco no vino a cambiar la esencia del mensaje de Jesús. Vino a recordarnos, como un humano mas, igual que tu y que yo, cómo vivirlo.
Y quizás por eso, su legado quedará vivo en cada gesto de compasión, cada palabra de aliento, y cada abrazo que restaure en vez de rechazar. Nunca vi de parte del Papa Francisco ningún mensaje de odio, de separación, de violencia, desprecio o aires de superioridad.
Con cariño y respeto para todos, creyentes o no, porque estoy segura que todos somos los hijos amados de Dios.
Mariana
“No es fácil vivir en la luz. La luz nos hace ver muchas cosas feas dentro de nosotros: los vicios, la soberbia, el espíritu mundano. Pero Jesús mismo nos dice: ‘Ten valor, déjate iluminar porque yo te salvo’. ¡No tengamos miedo de la luz de Jesús!”
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